Soy un ebrio ramillete alado, vivo y viví de pico en pico, erré de cama en cama como un crío principito que creyó ver a su rosa bajo disímiles sábanas, la realidad mía solo fue un filme de terror y los ángulos aberrantes iban perfecto con el silbido de este sibilino. En mis ayeres cantaba vocales, en el presente soy un escritor empírico que narra el espíritu del silencio. Hace quince años reprobaba dictados y pruebas de escritura, sin embargo lloraba al recitar. Ahora canto mis penas menores con odas hechas sonatas porque para llegar a los altos tuve que estar grave. Cuando mis palabras no bastan, solo hablo con las manos y con los actos, el tacto es el lenguaje que pocos usan, sosegar zozobras ajenas con caricias trémulas es una brisa que da paz. Soy bueno en los orales cuando los labios no son los míos, cuando los besos obscenos y los senos que no poseemos fueron hechos para tu cuerpo es la penitencia de la pertenencia, la libertad del menesteroso reo que divisa las golondrinas hacer...
Busco que la gente se identifique con mis escritos, que mis letras lleguen al corazón del lector