Recuerdo cada día ver al señor Jack, antes que hombre, era un amauta admirable, un rico sin posesión alguna, a mis ojos un sabio sin escuela, un corajudo sin coraje, un guerrero pacifista, un abedul sin raíz, un arcoíris con escala de grises, siempre que pasaba por el Malecón de Miraflores lo escuchaba dar prédica sobre la vida, el amor, el valor de todo, desde lo más relevante, hasta la relevancia de lo que el mundo ignora, en muchos casos aprendí bastante. Recuerdo haber pasado en una tarde otoñal, con unos vaqueros negros, mis converse negras, un polo manga corta de color blanco y una chaqueta negra, mis pasos eran calmos y el cigarro que fumaba se consumía con parsimonia , mi atención era víctima de la escaramuza sobre que divisar, el andar de los autos o las nubes que dibujaban estos con el carbono que se secretaban sus tubos de escape o la manera tan elegante que tenían los perros de cagar, las banales discusiones de las parejas por saber quién quiere más al otro o algún arrebato...
Busco que la gente se identifique con mis escritos, que mis letras lleguen al corazón del lector