Y volví sin pensarlo, y cuando menos lo esperaba me hallé justo ahí, en
la avenida donde se desvaneció mi musa, mi diosa sin iglesia, quien se despidió
llevando en su mochila mis latidos, aquella noche donde mi flor de loto cambio
mi valle por el primer pantano que le juró teñir de azul el sol y hacer que en
pleno ocaso estalle, pues sí, esa calle, esa maldita calle por la cual corrí
desesperado para rogarle que se quedara, a veces pienso fue lo mejor, otras
noches la echo de menos, jamás creí que la espina de rosa bicolor tendría tanto
veneno en su tacto, nunca pensé que esos diamantes oscuros donde me perdí me
serían capaces de echarme una maldición : «te condeno al castigo de recordarme
tanto en tus sueños, como en pequeños momentos de tu vida» y así fue, en ese
camino iluminado por faros rojos y amarillos, blancos y otros con brillos
innecesarios me trajo su imagen y esa película ridícula ahora, pero en ese
entonces bella, donde la bestia tuvo el alma más bella y la bella era un
demonio con un brillo angelical cual estrella. No hace minutos recuperé el
aliento y no miento al decir que sin importar los daños, espero SEA
FELÍZ DONDE SEA QUE ESTÉ.

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