Cuando el corazón de un hombre esta rebosante de
emociones, es complicado que sea la razón quien tome las decisiones, el alma
manifiesta su Jazba y la calma brilla por su ausencia, solo se siente la
presencia de la demencia y la carencia de paciencia toma una semejanza con la
vida que fácil viene y fácil se va.
En una colina mientras lloraba por la mochila que cargaba en mi espalda, regalé mi serenata al oscuro firmamento:
"Querida noche deja que los vientos me canten el sufrir de los corazones rotos por la carencia de sentir de sus mitades, si su incompleta existencia muestra un semblante depresivo tengo una careta de amigo excelente y lograré regalar alegría aunque me sienta peor que ellos".
A la mañana siguiente recordé el rostro iracundo de quienes buscaban herir, el sentir justiciero me invadía el pecho y opté por decir:
"Querido día, regálame la sombra de los que rastrean la felicidad para darle fecha de caducidad a su existir, yo tengo una máscara que les mostrará la verdad, lo que es el verdadero sufrir, querido sol, deja que tu calor devuelva la vida y las ganas de vivir a quiénes nadan en su océano de lágrimas, el mundo no necesita tristeza, el mundo requiere fuerza y paz, pues todos queremos mirar a lado y ver los ojos del ser amado, tu déjame verlos que tengo una sonrisa que les regalará esperanza y ganas de vivir".
Me conocen como el mil caras pues nunca nadie supo cómo me sentía, no hubo quien comprenda mi pesar o mi alegría, no conocí quien logre descifrar mi agonía o mi amor, pues mi cobardía me impedía revelar mi verdadero yo, el cariño que sentí, se hizo una cara, mi odio se hizo un rostro, mi pena se hizo un antifaz, pero todas mis máscaras tienen un corazón puro el mismo que ahora verás.
En mis noches de luna llena mientras la mangata brillaba en la mar, yo pensaba en ella, en aquella musa quien buscaba mi corazón, sólo quería que me quisieras, como te quiero o quizá mucho más, me disfracé de amigo cuando quería amor, era mi rostro de alguien frío pero soñador, quien tanto te cuidaba para que al final sea otro sujeto quien se gane tu amor.
Me vestí de soldado disfrazando mis miedos tras un uniforme, extraje vidas de corazones nobles, disque por la paz según mis superiores, bailé con la muerte en el campo rojo de batalla de bandos, cuando jamás existió buenos ni malos, solo desdichados defendiendo su credo y tapando sus miedos tras el ir y venir del plomo.
Me dibujé una sonrisa para que mi musa no sienta el vacío de mis ojos, abrí mi conciencia a los fantasmas de mi pasado y se alejaron horrorizados para no acercarse de nuevo a mi familia.
Ahora, después de tantos años en mi último respiro, me hallo tirado en el suelo bañado de mi propia sangre, el brillo de mis ojos se apaga lentamente y yo me voy despidiendo de este mundo.
Dicen que cuando estás a punto de ser besado por la muerte, toda tu pasa vida ante tus ojos y eso es falso, solo recuerdas lo que te hace feliz y lo que te avergüenza, lo sé, lo estoy viviendo, registrando en esta grabadora mientras mi alma se despide. Voy a resumir mis demonios contando que fueron homicidios y engaños, para contarles lo bello que me llevó y lo que más extraño. Son tres parpadeos los que me quedan y aquí los narro.
Uno: Cuando pedí la mano de mi musa, las vivencias con ella, no hubo promesa que quedara inconclusa y el amor nos hizo crecer.
Dos: La cuna de mi madurez y de mi sensatez, dio vida a una flor que germinó al noveno mes. Sus primeros pasos, sus primeras palabras, su dulce sonrisa iluminó nuestras vidas, haciendo un hogar donde sea que nuestras huellas se dibujaran.
En este último recuerdo el odio y el nacer de mi sed de venganza, fue horrible ver la matanza de mi familia a manos de aquel bastardo, quien le dio un infinito letargo a quienes amé, si lo hallé, hice lo que crees, pero el precio fue la soledad y las heridas que me llevan al exilio con este mi pestañeo número tres.
En una colina mientras lloraba por la mochila que cargaba en mi espalda, regalé mi serenata al oscuro firmamento:
"Querida noche deja que los vientos me canten el sufrir de los corazones rotos por la carencia de sentir de sus mitades, si su incompleta existencia muestra un semblante depresivo tengo una careta de amigo excelente y lograré regalar alegría aunque me sienta peor que ellos".
A la mañana siguiente recordé el rostro iracundo de quienes buscaban herir, el sentir justiciero me invadía el pecho y opté por decir:
"Querido día, regálame la sombra de los que rastrean la felicidad para darle fecha de caducidad a su existir, yo tengo una máscara que les mostrará la verdad, lo que es el verdadero sufrir, querido sol, deja que tu calor devuelva la vida y las ganas de vivir a quiénes nadan en su océano de lágrimas, el mundo no necesita tristeza, el mundo requiere fuerza y paz, pues todos queremos mirar a lado y ver los ojos del ser amado, tu déjame verlos que tengo una sonrisa que les regalará esperanza y ganas de vivir".
Me conocen como el mil caras pues nunca nadie supo cómo me sentía, no hubo quien comprenda mi pesar o mi alegría, no conocí quien logre descifrar mi agonía o mi amor, pues mi cobardía me impedía revelar mi verdadero yo, el cariño que sentí, se hizo una cara, mi odio se hizo un rostro, mi pena se hizo un antifaz, pero todas mis máscaras tienen un corazón puro el mismo que ahora verás.
En mis noches de luna llena mientras la mangata brillaba en la mar, yo pensaba en ella, en aquella musa quien buscaba mi corazón, sólo quería que me quisieras, como te quiero o quizá mucho más, me disfracé de amigo cuando quería amor, era mi rostro de alguien frío pero soñador, quien tanto te cuidaba para que al final sea otro sujeto quien se gane tu amor.
Me vestí de soldado disfrazando mis miedos tras un uniforme, extraje vidas de corazones nobles, disque por la paz según mis superiores, bailé con la muerte en el campo rojo de batalla de bandos, cuando jamás existió buenos ni malos, solo desdichados defendiendo su credo y tapando sus miedos tras el ir y venir del plomo.
Me dibujé una sonrisa para que mi musa no sienta el vacío de mis ojos, abrí mi conciencia a los fantasmas de mi pasado y se alejaron horrorizados para no acercarse de nuevo a mi familia.
Ahora, después de tantos años en mi último respiro, me hallo tirado en el suelo bañado de mi propia sangre, el brillo de mis ojos se apaga lentamente y yo me voy despidiendo de este mundo.
Dicen que cuando estás a punto de ser besado por la muerte, toda tu pasa vida ante tus ojos y eso es falso, solo recuerdas lo que te hace feliz y lo que te avergüenza, lo sé, lo estoy viviendo, registrando en esta grabadora mientras mi alma se despide. Voy a resumir mis demonios contando que fueron homicidios y engaños, para contarles lo bello que me llevó y lo que más extraño. Son tres parpadeos los que me quedan y aquí los narro.
Uno: Cuando pedí la mano de mi musa, las vivencias con ella, no hubo promesa que quedara inconclusa y el amor nos hizo crecer.
Dos: La cuna de mi madurez y de mi sensatez, dio vida a una flor que germinó al noveno mes. Sus primeros pasos, sus primeras palabras, su dulce sonrisa iluminó nuestras vidas, haciendo un hogar donde sea que nuestras huellas se dibujaran.
En este último recuerdo el odio y el nacer de mi sed de venganza, fue horrible ver la matanza de mi familia a manos de aquel bastardo, quien le dio un infinito letargo a quienes amé, si lo hallé, hice lo que crees, pero el precio fue la soledad y las heridas que me llevan al exilio con este mi pestañeo número tres.
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