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El Sueño Del Último Romántico

Tres primaveras han pasado desde la última caricia que me regalaste, aunque no entendí el motivo de tu despedida, no refuto tu decisión, quizá no soy inocente y sume motivos a tu partida, quizá fui un infausto indolente cuyo tacto gélido extinguió el calor de tu amor.
He buscado tu indulto con el orgullo oculto y a flor de piel, me resulta irónico ver lo mágico tornarse lúdico y a nuestro impúdico amor hacerse rutina llevando un TE AMO al ostracismo y nuestra relación a la ruina. Te confieso que en esas épocas no sentí las caricias del sol o los golpes del invierno, mucho menos el beso de la brisa otoñal o la euforia de la primavera, las horas en mi alcoba bajo el efecto del ambedo defendiendo a capa y escudo las falaces promesas que me brindabas y aceptaba como mi credo, perdiendo amistades, ganando enemistades, viviendo en un palacio de cristal. El mismo que se vino abajo cuando tus labios me cantaron el adiós.
Me vestí de caballero para ir a por ti, mi princesa, tenía la ilusión de que anhelabas ser rescatada y entendí mis fallos luego del longevo sendero que recorrí. Perdía más de lo que ganaba en cada pugna pero no importaba, pues en mi engaño, supuestamente me acercaba más a ti.
¡AY! Corazón lilipendo, si hubiésemos entendido antes el verdadero significado del amor. No hubiésemos sentido en carne propia la kenopsia, no nos hubiera colonizado la desidia, ni hubiésemos padecido un quimérico dolor causado por un amor enfermizo y destructivo, totalmente omiso de ganas para escribir otro capítulo en el libro de nuestra historia juntos.
La talara no cesaba, mis ojos quedaron áridos y falto de fluidos que dejen un camino en mis mejillas para expresar emociones, solo podía atisbar cada recoveco desde este hueco el cual habité después de nuestras noches de amor y días de primavera.
¡VESÁNICO! Así me llamaban por buscar el antídoto en la flor de loto cuyo veneno estaba en cada pistilo y pétalo pero ya no más, ya toqué fondo y usé esa solitaria base para impulsarme y volar, usé mi autofilia para hallar la paz que mi corazón y alma tanto me exigen.
Cuando erraba por las calles de mi ciudad rumbo a la playa donde pudimos acampar juntos por última vez, me senté en la orilla y es lo último que recuerdo. Al despertar con el tacto helado de una ola, vi el cielo y hallé mi epifanía en el pasar de una bandada, pude atisbar como volaban, pero había un ave detrás, de similar anatomía pero distinto color volando sola y haciendo maromas por el cielo, estaba más feliz que la mayoría de aves allá, cazando y disfrutando el viaje mucho más que el resto al parecer y haciendo germinar una hipótesis en mi ser. Decidí ver el vaivén de las olas besar a la orilla. Pude ver el paisaje y pude notar que el mar puede cambiar el aspecto físico de la orilla pero esta conserva su alma. Lo que me hizo entender que tú eras como el mar, tu fuerza era rebosante de vida pero nociva al mismo tiempo, es curioso ver como con una mirada me llevabas al cielo y con un beso te llevabas mi espíritu, el mismo que añora la libertad constructiva, la dependencia sin sumisión.
Después de entender el concepto de amor, me fui de la playa camino a mi casa totalmente libre, tu recuerdo se hizo uno con el mar y se perdió en el ocaso.
Han pasado dos otoños desde que solté tu memoria y goce de mi paz, de repente se me presentó un nuevo sol a quien cantar mis días y una luna para admirar de noche, encontré en su piel un etéreo lienzo donde plasmar mi sentir y posar mis miedos. Ella halló a mi lado las ganas de recorrer un camino libre de dolores con ayuda del diálogo, un sendero donde el orgullo calla cuando el amor interpreta su serenata, donde un abrazo junta los retazos melendrosos por el beso del pasado, el alba se hacía presente en el brillo de nuestro pestañeo, donde pesa más el deseo del mañana, lo más bello es que un AMOR auspiciado por amantes novatos, es capaz de definir en su totalidad al verbo AMAR. Sabemos que la perseverancia es la primera llave, el deseo de seguir juntos es la segunda, la razón es la tercera y solo con ellas podemos abrir la puerta necesaria para dar el siguiente paso. Comprendí que el amor es de dos personas, que no siempre podemos dar el mismo porcentaje de amor, pero para mantenerlo siempre nos debemos complementar, llegar a la cúspide del sentir mutuo, he hallado un complemento indefinido para vivir mejor. Te quiero decir gracias, le agradezco a la vida por haberte puesto en mi camino, a ti por los golpes de tu violenta marea y el pasaje directo al valle de la depresión, te agradezco pues pude apreciar la vida y lo mágico de lo desconocido. Es lo bello de aprender del dolor, poder cumplir mi deseo EL SUEÑO DEL ÚLTIMO ROMÁNTICO.

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