El sendero de rosas indica el camino, el inicio del efímero
destino con huellas eternas en el vestido que usas bajo la piel, si el miedo te
invade es normal, el comienzo de algo nuevo siempre es complejo, más, si no hay
recovecos donde te puedas esconder, es la dicha de la vida, el adiós de la niña
y la bienvenida a la mujer, fiera liberada en la sabana hecha cama, cuya presa
yace bajo las sábanas, es una hiena y un lobo en plena faena, la luna llena,
compañera que entre las ventanas se cola, testigo muda, dueña de suspiros,
patrocinadora de jadeos en pleno tango prohibido, donde la temperatura sube
tanto gracias al tacto, que la ropa sobra, si pierde la hiena, implora piedad
del canino solitario, si vence Afrodita rogamos sea sádica con el reventar de
sus caderas para dar pié al río cálido e incoloro donde a veces se crea vida,
pero en los labios superiores siempre nacen cantos de una sola nota, infausto
el que se prive de esta dicha, dichoso el novato que la experimenta, fausto el
que a diario sacia su hambre de placer, pero bienaventurado el que sin importar
las veces, brinde su perversión en toda ocasión a la misma mujer.
Y es que es necesario recorrer este momento tan acendrado y poluto a la vez el mejor antídoto para combatir el veneno de la guerra, la mejor terapia para el estrés, mis respetos al autor del mejor libro del mundo, el genio detrás del Kama Sutra, mis condolencias al que no disfrute de su arte, si bien es cierto, es algo que une y se comparte.¡ NADIE TIENE PORQUÉ OBLIGARTE A VIVIRLO! Un hombre enamora con detalles, letras y sabe con encender tu fuego sin violentarte, una bestia que usa la fuerza para someterte no es más que un cobarde.
El poeta te mira cual hoja en blanco, donde la escritura se halla en cada capítulo de tu cuerpo y el camino de la misma literatura está en la apertura de tus labios.
El deseo del pirata es recorrer la mangata por el camino de tu vientre sin olvidar las siete curvas de tu silueta.
El aventurero demente se halla en cada parada que tu anatomía le brinde, cada beso, cada abrazo, un destino diferente hasta el fin de la misma, la cúspide de la pasión, el fin de su aventura.
No importa como lo pinte, como se vea, como se interprete, es un acción babílica, pero tan coordinado, es un hecho literario, científico y hasta matemático, tan paradójico, tan lúcido y mágico al mismo tiempo, tan ordinario y complejo a la vez, algo bello de la misma, es la pérdida del pudor, algo nefasto es consumir tan increíble momento sin pasión, cada caricia que roza tu piel suave cual fina seda, y un tacto ladino para poder continuar, un beso tierno para los previos del baile, una mordida picaresca para causar el quejido que dicta el inicio, sea en la noche, sea en la tarde o en un amanecer donde el éxtasis reina, donde el reloj calla, cada uno maneja sus tiempos, hay quienes duran siglos vestidos de horas y hay quienes fallecen tan rápido como el correr del viento en otoño, eh aquí el meollo del goce, todo se desarrolla mejor en la puerta del Olimpo.
Aquí se separan los caballeros de los hombres, «primero las damas» piensa el primero de los dos. Y se hinca para darle brillo con besos a la rosa íntima de la pareja, mientras con un par de dedos hace un movimiento elíptico en el universo húmedo que se halla dentro de ella y la otra brinda masajes a los almohadines que cubren el corazón, un troglodita empieza rápido, sin delicadeza y fallece fugaz, para irse sin aplausos ni grandeza.
Después del beso, el tacto, las mordidas, los susurros se suman al acto inmoral, donde la pose inicial determina los tiempos y el mejor concierto está por incoar, comienzas cual soldado en lugares desconocidos, al inicio suave y tímido pero avanzando lento, hasta que se adapte al campo, la presión y el ambiente cambia.
Luego estás en un coliseo, tú eres una bestia racional y debes brindar embestidas de toro a tu torera, el final es inevitable, pero la idea es morir con gloria y vivir en la memoria de tu musa.
El ambiente cambia progresivamente, la temperatura sube , la cordura sucumbe ante el instinto demente, carente de pudor, vivimos el libertinaje, sin trajes de gala que estorben el viaje, nuestro peregrinaje por los senderos de la pasión donde lo quimérico se hizo verídico, tornando la lucha un baile donde la conexión es lo esencial, el apuro pleno del reventar de caderas, creando un arco en la musa que separa la pintura del lienzo, el comienzo del final, un cardio peculiar, los caminos tallados en la espalda, las huellas en el torso y el ADN en el cuello, los sellos rojos en partes de la piel, el correr del río en el nido del placer, el pecado más digno de cometer y vivir, el acabose de la fruición, el vicio de tanta gente, el creador de la vida, la mejor rutina, hablo de la belleza del sexo o como yo prefiero llamarlo «La danza del deleite».
Y es que es necesario recorrer este momento tan acendrado y poluto a la vez el mejor antídoto para combatir el veneno de la guerra, la mejor terapia para el estrés, mis respetos al autor del mejor libro del mundo, el genio detrás del Kama Sutra, mis condolencias al que no disfrute de su arte, si bien es cierto, es algo que une y se comparte.¡ NADIE TIENE PORQUÉ OBLIGARTE A VIVIRLO! Un hombre enamora con detalles, letras y sabe con encender tu fuego sin violentarte, una bestia que usa la fuerza para someterte no es más que un cobarde.
El poeta te mira cual hoja en blanco, donde la escritura se halla en cada capítulo de tu cuerpo y el camino de la misma literatura está en la apertura de tus labios.
El deseo del pirata es recorrer la mangata por el camino de tu vientre sin olvidar las siete curvas de tu silueta.
El aventurero demente se halla en cada parada que tu anatomía le brinde, cada beso, cada abrazo, un destino diferente hasta el fin de la misma, la cúspide de la pasión, el fin de su aventura.
No importa como lo pinte, como se vea, como se interprete, es un acción babílica, pero tan coordinado, es un hecho literario, científico y hasta matemático, tan paradójico, tan lúcido y mágico al mismo tiempo, tan ordinario y complejo a la vez, algo bello de la misma, es la pérdida del pudor, algo nefasto es consumir tan increíble momento sin pasión, cada caricia que roza tu piel suave cual fina seda, y un tacto ladino para poder continuar, un beso tierno para los previos del baile, una mordida picaresca para causar el quejido que dicta el inicio, sea en la noche, sea en la tarde o en un amanecer donde el éxtasis reina, donde el reloj calla, cada uno maneja sus tiempos, hay quienes duran siglos vestidos de horas y hay quienes fallecen tan rápido como el correr del viento en otoño, eh aquí el meollo del goce, todo se desarrolla mejor en la puerta del Olimpo.
Aquí se separan los caballeros de los hombres, «primero las damas» piensa el primero de los dos. Y se hinca para darle brillo con besos a la rosa íntima de la pareja, mientras con un par de dedos hace un movimiento elíptico en el universo húmedo que se halla dentro de ella y la otra brinda masajes a los almohadines que cubren el corazón, un troglodita empieza rápido, sin delicadeza y fallece fugaz, para irse sin aplausos ni grandeza.
Después del beso, el tacto, las mordidas, los susurros se suman al acto inmoral, donde la pose inicial determina los tiempos y el mejor concierto está por incoar, comienzas cual soldado en lugares desconocidos, al inicio suave y tímido pero avanzando lento, hasta que se adapte al campo, la presión y el ambiente cambia.
Luego estás en un coliseo, tú eres una bestia racional y debes brindar embestidas de toro a tu torera, el final es inevitable, pero la idea es morir con gloria y vivir en la memoria de tu musa.
El ambiente cambia progresivamente, la temperatura sube , la cordura sucumbe ante el instinto demente, carente de pudor, vivimos el libertinaje, sin trajes de gala que estorben el viaje, nuestro peregrinaje por los senderos de la pasión donde lo quimérico se hizo verídico, tornando la lucha un baile donde la conexión es lo esencial, el apuro pleno del reventar de caderas, creando un arco en la musa que separa la pintura del lienzo, el comienzo del final, un cardio peculiar, los caminos tallados en la espalda, las huellas en el torso y el ADN en el cuello, los sellos rojos en partes de la piel, el correr del río en el nido del placer, el pecado más digno de cometer y vivir, el acabose de la fruición, el vicio de tanta gente, el creador de la vida, la mejor rutina, hablo de la belleza del sexo o como yo prefiero llamarlo «La danza del deleite».
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