Qué ironía es esto del amor, ¿verdad?
Una relación ilícita a los ojos
de la ley, pero la nuestra era amarnos sin mesura, nunca nos importó lo que
dijera el rey, pues nuestro amor era acendrado y sin censura, soportamos las
injurias de quienes juraron darnos un soporte cuando las peripecias aporten
dudas a nuestro amar, nuestras almas se encontraron entre las sombras y
nuestro impetuoso baile nos otorgaba la luz que se manifestaba en nuestros
ojos. Pese a tu ilegitimidad denotabas una madurez mucho mayor al de tus
primaveras, un ejemplo de mujer con edad de infante, tan real como llegar del
Alba, tan única como la muerte diaria del sol, tus ojos eran como la mirada de
Dios, siempre brindando calma en mis episodios de desespero pero siempre tan
serena como un alma viendo el arrebol.
Nos juramos el universo, conocimos el mundo que fuimos por separado y creamos uno donde sólo brillamos los dos, no existía apatía ya que nuestro amor quería tener tanta vida para definir al existir, lloramos, caímos, nos enfadamos, veíamos un mañana donde juntos podíamos reír. Empezamos nuestro sendero tan inocentes, expectantes por un mañana incierto, donde lo único cierto era nuestro amor, nuestras ganas de luchar, el anhelo de hallar el Nirvana y las ganas de eliminar el dolor, a veces dudaba de tu aliento, eras tan perfecta, eras un sueño hecho mujer.
¡MALDITO MAÑANA INDOLENTE!
Poco te importó nuestro amor demente y jamás entendiste que uno del otro depende, no nos quedamos inmóviles ante los actos tan nefastos que hicieron farragoso nuestro andar, nuestra única arma fue nuestro inmarcesible amor. Recuerdo tu vestido casual, ese bello café en tu mirar, tu piel cobriza y el baile de tus cabellos con el pasar de la brisa, Recuerdo haberte dicho: «mi musa dulce como el horchata no temas por mi regreso, te veré en el Barranco donde veremos la mangata y nuestras almas se unirán con un beso»
Siempre fui tan timorato ante las peleas, no por desconocimiento, sino por desagrado a las mismas, siempre fui indulgente a los problemas, procuraba evitarlos y con una sonrisa de soslayo salvar mi paz mental. Todo estaba perfecto, en el trabajo me fue bien, conseguí algo de dinero y fui la tienda de anillos y compré uno para ti.
Camino al barranco vi una florista, confieso que ninguna de sus rosas, flores y claveles eran tan bellas ni perfectas como tú lo eres, compré un ramo de rosas negras, flores azules y blancas, ya estaba rumbo a nuestro encuentro y se acercaba el crepúsculo, tan suave y sutil, como el tacto de un esposo acariciando a su cónyuge al llegar de noche, tan sencillo como perderse en los ojos de quién amas y así se vistió de un cielo nocturno y estrellado el día.
Llegué a una banca de madera pero color mármol, la misma que me brindaba una vista del paisaje perfecta, digno de admirar, el vaivén de las olas y reventar del mar en las peñas, las estrellas brillaban como perlas en el espejo del océano y yo esperaba decirte lo mucho que te amo, en tu temporal ausencia ensayaba la pregunta que cambiaría nuestra historia la respuesta incierta que dejaría huella en memoria, mi alma quiere independizar mi mente de esta duda que me acosa.
Y sin aviso alguno sentí un tacto suave y cálido, cuya meliflua voz jamás podré confundir, un saludo inocente, merecedor de amantes, un roce a tus labios escarlata y mi reflejo se perdió en tus luceros color café, estabas tan hermosa la esencia de las rosas se hacía nada en tu belleza, la luna dibujaba su mangata y tú tan simple, eras la belleza en la inocencia y la riqueza en la hambruna. Hablamos por horas, jugamos a las cosquillas y me dejé ganar esta vez, me coloqué ganuflexo y con un coraje falaz te mostré una alianza dorada para expresar lo que mi alma enamorada le cuesta decir : «sólo tengo sueños, un amor sincero y unas ganas infinitas hacerte reír, espero sean suficientes para verte a mi vera hasta el fin de nuestro sendero»
Fueron las palabras que articule las mismas que jamás pensé decir, tus lágrimas caían dejando huella en tu faz rebosante de alegría y yo eternamente agradecido a causa de tu afirmativa. Pasaron años donde juntos hicimos historia, una vida nueva llegó a nuestro existir, es tan hermosa, tiene tu voz y tus ojos. Pero yo ya no sé qué decirle cuando me pregunta: ¿Cuándo vuelve mi mamá?
Ya pasaron 6 años desde tu partida pero no consigo abrigo si no estás aquí, sólo hallo un poco de paz al verte en nuestra hija, pero mi memoria vive en el ayer contigo y mi cuerpo padece el hoy sin ti.
Nos juramos el universo, conocimos el mundo que fuimos por separado y creamos uno donde sólo brillamos los dos, no existía apatía ya que nuestro amor quería tener tanta vida para definir al existir, lloramos, caímos, nos enfadamos, veíamos un mañana donde juntos podíamos reír. Empezamos nuestro sendero tan inocentes, expectantes por un mañana incierto, donde lo único cierto era nuestro amor, nuestras ganas de luchar, el anhelo de hallar el Nirvana y las ganas de eliminar el dolor, a veces dudaba de tu aliento, eras tan perfecta, eras un sueño hecho mujer.
¡MALDITO MAÑANA INDOLENTE!
Poco te importó nuestro amor demente y jamás entendiste que uno del otro depende, no nos quedamos inmóviles ante los actos tan nefastos que hicieron farragoso nuestro andar, nuestra única arma fue nuestro inmarcesible amor. Recuerdo tu vestido casual, ese bello café en tu mirar, tu piel cobriza y el baile de tus cabellos con el pasar de la brisa, Recuerdo haberte dicho: «mi musa dulce como el horchata no temas por mi regreso, te veré en el Barranco donde veremos la mangata y nuestras almas se unirán con un beso»
Siempre fui tan timorato ante las peleas, no por desconocimiento, sino por desagrado a las mismas, siempre fui indulgente a los problemas, procuraba evitarlos y con una sonrisa de soslayo salvar mi paz mental. Todo estaba perfecto, en el trabajo me fue bien, conseguí algo de dinero y fui la tienda de anillos y compré uno para ti.
Camino al barranco vi una florista, confieso que ninguna de sus rosas, flores y claveles eran tan bellas ni perfectas como tú lo eres, compré un ramo de rosas negras, flores azules y blancas, ya estaba rumbo a nuestro encuentro y se acercaba el crepúsculo, tan suave y sutil, como el tacto de un esposo acariciando a su cónyuge al llegar de noche, tan sencillo como perderse en los ojos de quién amas y así se vistió de un cielo nocturno y estrellado el día.
Llegué a una banca de madera pero color mármol, la misma que me brindaba una vista del paisaje perfecta, digno de admirar, el vaivén de las olas y reventar del mar en las peñas, las estrellas brillaban como perlas en el espejo del océano y yo esperaba decirte lo mucho que te amo, en tu temporal ausencia ensayaba la pregunta que cambiaría nuestra historia la respuesta incierta que dejaría huella en memoria, mi alma quiere independizar mi mente de esta duda que me acosa.
Y sin aviso alguno sentí un tacto suave y cálido, cuya meliflua voz jamás podré confundir, un saludo inocente, merecedor de amantes, un roce a tus labios escarlata y mi reflejo se perdió en tus luceros color café, estabas tan hermosa la esencia de las rosas se hacía nada en tu belleza, la luna dibujaba su mangata y tú tan simple, eras la belleza en la inocencia y la riqueza en la hambruna. Hablamos por horas, jugamos a las cosquillas y me dejé ganar esta vez, me coloqué ganuflexo y con un coraje falaz te mostré una alianza dorada para expresar lo que mi alma enamorada le cuesta decir : «sólo tengo sueños, un amor sincero y unas ganas infinitas hacerte reír, espero sean suficientes para verte a mi vera hasta el fin de nuestro sendero»
Fueron las palabras que articule las mismas que jamás pensé decir, tus lágrimas caían dejando huella en tu faz rebosante de alegría y yo eternamente agradecido a causa de tu afirmativa. Pasaron años donde juntos hicimos historia, una vida nueva llegó a nuestro existir, es tan hermosa, tiene tu voz y tus ojos. Pero yo ya no sé qué decirle cuando me pregunta: ¿Cuándo vuelve mi mamá?
Ya pasaron 6 años desde tu partida pero no consigo abrigo si no estás aquí, sólo hallo un poco de paz al verte en nuestra hija, pero mi memoria vive en el ayer contigo y mi cuerpo padece el hoy sin ti.
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