Carta al ego
Durante muchas lunas he vivido en la penumbra a causa de un ancla de inseguridades que me sumergía, mendigando aceptación humana en una sociedad carente de humanidad, soportando una cuita más allá de lo humano y un quebranto capaz de formar océanos enteros, todo para resumirlo en una pregunta ¿Por qué el mundo es tan malo? Y la respuesta está formulada en una frase, como mensaje de galletita china y es que “Todos quieren tu dicha, dicha en diminutivo” pero ya basta, basta de frases como: “debemos poner la otra mejilla” es momento de ponerse rudo mas no reacio, démosle peso al amor propio, paso a la autovaloración, la ocasión llegó.
¿No estás cansado? ¿No estás harto?
Yo sí, estoy harto de soportar tanta mierda por parte de gente estúpida que cree que destruyéndome va a cambiar su medrosa, patética y mísera vida, estoy harto de sonreír cuando deseo destruir a la persona que me ataca, estoy harto de ponerme a pensar que sentirá él o ella cuando el hostil no lo hace, no hay derecho a compasión, al contrario, con pasión me perdono por haber aguantado tanto sin respuesta y no hablo de atacar al otro porque no deseo ensuciar mis manos con quebranto ajeno, la culpa se hace un veneno nada ameno para mí, y seguramente para ti también y créeme no hay nada más triste y auto-cruel por así decirse que callar los gritos de tu alma, no hay nada más falso que vestir de rosa tu ira y hacerla pasar por ofrenda de paz.
¿A qué esperamos? ¿A que nuestra empatía nos cueste la vida?
Se documentan cada día más suicidios, más abusos, más dolor, más pérdidas, el declive sube y no a veces, siempre, muchas personas en su intento de apoyo te regalan la frase: “Te hace falta malicia” ¡MENTIRA! Malicia es lo que nos sobra por naturaleza si desde pequeños aprendemos a controlar con el llanto. El cobarde sustrae vida al que le dio aliento sin embargo solo el valiente, el corajudo cuida la otra vida con la propia, demás está decir que un occiso no tiene posibilidad de cuidar a un vivo, así como un vida de un vivo, así como un cuerdo no puede entender a un esquizofrénico, yo por mi parte ya estoy harto de todo esto. Sé que esta introducción es muy larga, pero sentí la necesidad de hacerla.
Ay ego ego ego, tan importante pieza de juego en el ajedrez de la vida, hoy vine a levantarte luego de tantos pisotones, de abusos a raudales, hoy vengo a vestirte de gala, hoy por espada te daré alas y por escudo un corazón para que en vez de pelear vueles y en vez de defenderte eleves el amor por ti.
Sé que en un inicio heriste, alguna vez adrede lo hiciste y otras no viste el daño que causaste, pero el vuelto no fue el mismo y aunque el contexto me da licencia para erradicar al contrario, no es pretexto válido el actuar en represalia.
Hoy no vine a destruir, vine a reanimar, no vine para soportar, vine para amarte portador de una diáfana espontaneidad, personificación de la peculiaridad, amo de un alma amena.
Hoy vine a darte calma, la opción de un basurero en el cual puedas arrojar las culpas que hacían de tus noches un infierno sobre almohada y pintaba tu techo de interrogantes sin resolver, hoy vengo a entregarte la seguridad en ti, careces de culpa sobre las acciones del resto y no resto relevancia a tus actos, pero quien entiende el dolor ajeno ya esta libre de veneno, no necesito ser Dios para regalarte la absolución, basta con que me creas y entiendas que a veces la defensa es menester y no una opción.
Pesa el tiempo y el coraje con la duda huye, la duda desborda incredibilidad al ser que servirnos de pilar quiere y por miedo rechazamos su acendrada bondad, nos acostumbramos tanto al lienzo grisáceo que el llegar de las acuarelas nos aterra. Yerra nuestro instinto al pensar que nadie es distinto, no se conoce el fondo del mar sin sumergirse en el océano de dudas y aunque duela lo que voy a decir es verdad:
“Queremos amor, pero por miedo no amamos ni nos dejamos amar”
Ego mío, ego ajeno, tú que te acicalas y escalas hasta el pináculo de la autoestima con tu indudable glamour, dime ¿Por qué tu ausencia nos duele? Y ¿Por qué tu presencia aterra?
posees la doble moral del “te odio” y el “te amo”, si te corrompes das paso al narcisismo, si te duermes te laceran, estés o no estés el resultado cambia de objetivo, pero sigue siendo el mismo, siempre hay un herido.
¿Por qué elijo al resto sino el resto no me elije? Sino tengo precio ¿Por qué me he menospreciado? Querido lector, no te pido que hieras o cobres venganza.
Esta carta también es para mí, porque también lo permití, también negué mi rescate, también ofrecí amor y me regalaron combate, también agostaron mis fuerzas, también estuve exangüe, también aprendí que tengo valor, pero no fue hasta después del jaque mate, también me ahogué esperando a lo que fuere que me salvara, pero tuve que hundirme para adquirir agallas.
Nosotros somos nuestro propio pilar, aunque eso no significa que todos busquen herir, no hay tiempo para dudar pues mientras lo piensas el daño ya está hecho o la mano amiga ya se fue, ya amamos mucho a nuestros victimarios, ahora nos tenemos que amar, podemos ser imperfectos, pero la perfección es un concepto netamente humano y él no lo es, lo perfecto está delante del espejo cuando en el te ves
¿No me crees? Anda al espejo más cercano y dile a tu reflejo:
“Te amo tal cual eres”
Si te sirvió mi humilde carta, no te pediré que me lo digas, si deseas hacerlo me sentiré honrado pero esa es elección tuya, con que sonrías me basta. Por cierto QUE LINDA SONRISA…
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