Preso involuntario
La mente al despertar es un axioma abstracto, carece de tacto mas sin embargo puede tocar, somos los ojos que carece y pese a eso no queremos ver los que exhorta que miremos, es tan confuso, como la mente de un demente que traga todo con un apetito oceánico , como un eclipse devorando todo ápice de luz diurna, todo se hace tan pesado, tan grisáceo son los días que el alba se exhibe inerte, tan agostado que no importa el prisma que se use para divisar, el color es el mismo, la monotonía, la depresión de lo retro, en fin.
A mi parecer lo más importante no es el prisma que se use ya que todos tienen un color especial y cada sensación es un paso nuevo en el sendero de la vida y el aprendizaje.
Mi padre me dijo una vez que más que la buscar la felicidad, lo que se debe buscar con ímpetu es la calma, es más duradera y me lo explicó de una forma bella, él me dijo:
“Mira hijo ¿Ves las olas como revientan en el mar y vuelven? Así son las emociones, son como las olas del mar, algunas son tan fuertes y llegan con tal vigor que provocan un terror inefable, pero hay otras sin embargo que son tan lánguidas tan pequeñas que el simple hecho de verlas provoca ternura, ganas de ir y chapotear en ellas ¿verdad? Así son las emociones de la vida, algunas totémicas y otras escuinclas, pero todas son parte de nosotros. Pero hay una sensación que es capaz de absorber todas las emociones y esa es la calma que en este caso sería el mar completo, sereno, flexible, impredecible, esa es la mejor sensación de la vida.”
Sin embargo hay veces en las que la alegría tiene su antagonista y este es el realismo, dicho de otra forma es un espejo a la depresión, cuya definición para un suicida es la dependencia de la presión constante y este peso da vida y te regala la muerte como una primera opción.
Sí si ya lo sé, soy muy depresivo, muy melancólico, muy enajenado, muy cabizbajo, muy depresivo y vesánico, pero la realidad es que soy un romántico realista, o sea la paradoja personificada, pero díganme ¿Qué puedo hacer? Si cada pecado cometido ya lo pagué con el firmamento lúgubre tatuado bajo mis ojos y con días de sueños vacíos, vivir en el eterno otoño es una triste felicidad porque la soledad y la parca viven su romance conmigo como regalo hacia el otro, se dan cobijo con mi piel, pero yo no elegí ser el abrigo de una gélida piel ¿Crees que me gusta vivir en la desidia? A nadie le gusta plañir, pero alguien tiene que hacerlo, lloro por los cobardes que no se atreven a llorar, reniego por los pseudo-pacifistas que no se quieren amargar, me deprimo por los optimistas que se niegan a deprimirse, nadie me lo ha pedido, es una labor sin remuneración pero es didáctica, así puedo ser amauta, un catedrático de sensaciones con doctorado en las notas al corazón y es que la sensibilidad es una palabra con una definición más infinita que el universo porque tiene un sinfín de grados y escalas, la misma que logró agostar las fuerzas de mi bisoño ser que a la fuerza se hizo impío e infausto en los momentos más felices, pero también gocé la dicha en mi ignorancia y en mi irrisoria percepción y mi transición fue brusca, como abeja que vivía de flor en flor, yo hallaba la dicha de cama en cama hasta que el cuerpo dejó de dar calor, dejé de buscar fruición en el sexo y empecé a peregrinar en busca de una reina y para bienaventurado yo, encontré la monarquía en el alma, pero me costó, hubieron algunas tan acendradas que al tacto mío se embarraban, hubieron otras tan etéreas que con una caricia se destruían y sus retazos de hicieron más tóxicos que la cuidad de Chernóbil ¿Qué? ¿No lo sabías? Yo como un judío jodido juraba que el mesías volvería al tercer día, llegó el cuarto alba y nadie apareció, pero la esperanza tiene una similitud con él, llega, se presenta taciturna y cuando se marcha te dice “yo estuve allí, pero tú no me quisiste ver” y te jura que volverá cuando la necesites y así pasas tu vida en una espera que jamás acabará.
Le puse ojos a mi corazón y oídos a mis latidos para que escuchen tu juramento y vean como no haz cumplido, te di mi alma padre y con mis ultimas alas volé a la salvación por ser hijo, pero firmaste con mi sangre los papeles de adopción y fueron sus pasos norte adiós me dijo.
No todos los caminos llegan a Roma, ni Roma significa amor, ese sustantivo es un engaño, si la mejor arma es también es el amar, pero solo el que ama hasta morir es digno de vivir, pero ¿Se vive para morir amando? O ¿Se ama para morir viviendo?
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