¡No te perdonaré la mentira! No pienso pasar por alto esta burla a mi corazón, me hiciste creer que eras fuerte y solo lo era tu capazón, no puedo dejar de culparme, para ti es fácil sonreír, siempre fue fácil, enséñame a hacerlo de esa manera, deseo esa sonrisa que apasiona, que no importa que pase, el solo achinar los ojos y la luna de en tu boca basta para saber que me perdonas. Es la hora sin sombra, luego la perla nocturna o el ojo de Dios y ambos me miran y se piran con tu recuerdo, pero ¿Por qué no me dices adiós? ¿Acaso me crees inerme? ¿Tan poco significo? No sabes mentir, tu no querías reír, tu nunca dejaste de huir y a esta maldita prueba me remito y la abrazo, yo hubiera querido darte ese beso en la sien y no ese ósculo aplomado si acaso.
Yo siempre comprendí tu dolor, fui tu compañero de rocío, cuando te lloraba un ojo la otra gota estaba en el mío, cuando te sentías solo estaba ahí, cuando la algidez del mundo laceraba los harapos que del frio te defendían, elegiste vestirte de escarlata, un vestido carmesí con un beso de hojalata que no abriga ni excita sino que mata.
Tuvimos un bombeo compartido, compadres con partidos disímiles, éramos un conglomerado único, nos unimos en un abrazo, nos besamos con el mismo poco del “diplomático” y el “Flor de Caña” hallamos los labios del otro en la colilla del cigarrillo peor yo me quedé con el amargo sabor del adiós que nunca recibí y tu partida previa.
No voy a despedirme, no tienes el derecho de pedirme que acepte tu partida, cuando partiste primero, debíamos irnos a la vez, ¿No ves lo que duele? Ahora vuelas, yerras y peregrinas paginas que no pensamos escribir por separado, visitas lugares que nunca visitamos desde el subsuelo de las banderas que jamás pisamos y por ende no conocimos.
Eres un cobarde, un indolente, insolente, bastardo gallardo que hoy luce como un ángel que eligió el letargo a un paso más. Consígueme un paliativo efectivo o un sucedáneo para esta verdad es tan gélida y tan donairosa vite y calza que con un beso te lleva a la cama más cómoda y en una noche hace que no desees ver la alborada, que patético que tu ultima serenata sea placebo de “mi” lineal.
Quiero que frene la demagogia del mundo, la apócrifa empatía, esa frase farisea que dice el resto y me cree zopenco al pensar que voy a creer que comprenden mi dolor, nadie puede saber como sufro y no digo esto por ser el único que llora sino porque este quebranto quiebra la infinidad del mar y deja tanta luz como la habida en el universo, no hay verso basto que describa un dolor tan fuerte que parece azote divino. Hoy el odio me quiere amar porque el espanto teme mi ira, hoy Dios se hizo ateo por no controlar los rayos que causan mis gritos y parten el cielo que llora mi pesar, Hades me dio su capa, puede que tu estés occiso, pero yo soy el que ha muerto.
Se datean barruntos, se hilvanan conjeturas de que hay un taimado de etiqueta con una capa que camufla su elegancia que se revolcó con la parca para desviar con un orgasmo la barca de Caronte, se dice que hay un habilidoso ladrón y que aprovechó la estulticia de la muerte que con una rosa y desnuda descuidó su tesoro más preciado.
Ahora es tu momento de plañir, hoy tu vas a deshidratarte, hoy tu vas a besar a tu amado ser, le harás el amor y le dirás a mi numen que yo soy el que de los dos más amó, le darás un beso maternal a mi madre.
Esta noche quiero ron a raudales, quiero océanos de comida y quiero que cuando llueva en tu luz izquierda mires mi diestro párpado cansado.
¿Ahora lo entiendes? ¿Ahora lo ves?
Ahora prende un cigarrillo en mi nombre y arrojes el humo al cielo que el vaho en forma de neblina te lo devuelvo yo. Ya sabes que se siente, ahora palpas en tu piel el dolor, ahora sabes lo que causa tu valentía, mira o que vi en ese lecho y tras ese cristal no hay un después.
No voy a despedirme porque te toca a ti decirme adiós, si vuelves a huir lo haré nuevamente, ese es mi amor, no te voy a dejar solo, solo no te vas a morir.
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