Partimos como una
semilla si usamos la metáfora… ¡Ay! ¿Saben qué? ¡Olvídenlo! ¿Por qué ornamentar
la época más “Feliz”? Y las comillas
no pudieron haber sido mejor usadas, todos los adultos, sacos de vida agostada,
talego de experiencias , nos llenan de parábolas y cuentos con frases cuya
depresión latente se siente, se sabe, se nota, puede cualquiera que escuche sus
consejos sentir como les duele el no haber vivido lo que les hubiera hecho
sentir que son ese cometa que anhelaron ser y nos regalan palabras llenas de
ígneo contenido; Amautas que nos regalan el hilo de sus pasos con un amor
envidioso, lo que ellos llaman juventud.
Época en la que actualmente vivo para cuestionar mis logros y decisiones, donde
me siento adulto frente a los infantes y soy crío al norte de la generación de
las cachuchas y camisas a cuadros, donde los sabios me dicen: “No seas como yo” y el sol de mañana me
toma como ejemplo. En esta parte de nuestra vida, tenemos el sol en las venas y
la noche en los ojos, la pasión a flor de piel y los deseos en nuestra propia
fuente.
Horas que durarán décadas, pero que fenecen en una
noche, sexo que llamamos amor de por vida, una vida longeva, 45 estaciones en
fracciones de minutos, esa es la magia de la juventud.
El arco del guerrero, el mismo que se hace escudo cuando la hoja que viajó se quiebre en la
hojarasca del final de estío, donde el amor de verano reside en río, donde el
salado goza de dulce dicha.
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