Allá en el valle del infierno donde los cobardes batallan con su miedo por no llorar, donde los olvidados de «Dios» residimos y fallecemos por el motivo de nuestro destino dicte. Vivió un guerrero cuyo nombre es un misterio hasta «ahora». Pude divisar su occiso ser, estaba en su propio océano escarlata, el silbido del viento producía el baile de su inerte crin color azabache, su piel canela lucía como una manta de hospital después de una operación fallida, lo interesante de esto fueron dos cosas : Pese a la gravedad de sus heridas el tipo tenía un semblante que denotaba paz y alegría, cualquiera que viera sus yagas pensaría que su muerte fue dolorosa y feroz, pero ese rostro expresa que halló la absolución que pudo haber buscado. El otro dato curioso era que tenía una carta poluta en su mano decorada por el rocío sangriento de lo que supongo fue su última batalla, me acerqué al cadáver y lo despedí con respeto, no le ofrecí una santa sepultura pues no creo en Dios,...
Busco que la gente se identifique con mis escritos, que mis letras lleguen al corazón del lector